La memoria y el olvido nos juegan trampas por igual. Un estiramiento que se encoge, de pequeños que se hacen grandes; donde a veces alargamos tanto el recuerdo hasta romperse, y otras muchas lo compactamos de tal modo que se pierde, para no volver jamás. Hay una pequeña burla entre la amnesia y la intención, que nos trae a la memoria cuán poco se domina el comenzar, terminar, recordar y olvidar. Existe creo; una jugada por nuestra parte, pues en esta partida donde influye tanto el tiempo hay un espacio que nos salva, nos rescata de caer en ese abismo entre los dos. Es cierto, lo nuevo se hace viejo. Pero cuando cambia de lugar, lo viejo es nuevo, en otro lado; una y otra vez.
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