No es que mis días
todavía sean en parte tuyos, pero es que no se trata de olvidar.
Tú, en cambio no
recuerdas nada;
Y no precisamente
por tu capacidad de olvido,
sino por tu cobardía de no enfrentarme ni siquiera
en tu memoria,
de no querer verme a los
ojos , o quizá no poder hacerlo;
como si el desviarnos las miradas borrara
nuestros actos, o sus consecuencias.
Porque estamos ahí, justamente donde se respiran los recovecos vacíos;
donde se degusta la amargura del después,
y en nuestras narices se desvanece el parasiempre, dejando a su paso un hasta nunca, quizás prematuro , pero hasta ahora decidido;
que a la vuelta de la esquina no quiere mas que desahogarse, limpiarse la cara y continuar.
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